
La política educativa actúa como una especie de orientador y articulador de las acciones que promueven una buena convivencia. De este modo instauran una serie de parámetros que “deberían” cumplirse: respeto por la diversidad, participación activa en la comunidad, colaboración, autonomía y solidaridad. Esta política demás tiene un sentido estratégico ya que además promueve la actitud valórica.
Teniendo en cuenta la política, el sistema estatal no ayuda a la realización de ésta si tenemos en cuenta su manera de solucionar los conflictos ciudadanos, la represión, desigualdad y estigmatización social sólo generan más violencia; cárceles, reformatorios, manicomios, etc. no hacen más que aislar los problemas sin darles real solución para insertarlos. La política de convivencia escolar “contiene las orientaciones éticas, valóricas, y operativas que permitirán disponer de un instrumento de planificación efectivamente sistémico “, esto permite que los autores involucrados definan sus responsabilidades y sean parte del sistema, lo que consideramos correcto y necesario siempre y cuando exista un trabajo común y responsable entre todos los actores sociales. Debemos tratar los conflictos en fondo y forma, teniendo en cuenta la retroalimentación que se produce en cada parte del cuerpo social.
Escrito por Valeria Silva y Ana Belén Poblete.
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